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mayo 30, 2015Por: Ileana Chávez González
La primera vez que supe de un país llamado Colombia, fue a través de “Cien años de soledad” de García Márquez, cuando era una adolescente, luego fue oír de ritmos tan pegajosos como la cumbia, el vallenato, de las guerrillas y el narcotráfico y el Gabo seguía enseñándome un país que no salía en las noticias.
Hace poco alguien, al saber del proyecto de venir me alertaba de “peligros e inseguridades”, pero mi experiencia en la sabana no encuentra un correlato con todo lo anterior, que no quiere decir que haya existido y exista aun esa otra Colombia la de “Noticia de un secuestro” o “Pablo Escobar, el patrón del mal”; pero yo quiero hoy hablar de la experiencia personal por estos lares.
En febrero llego a este país inmenso no solo en extensión, sino en cultura y rico, muy rico, sobre todo en espiritualidad a pesar de los pesares. Vengo con el objetivo de hacer teatro; un amigo muy querido, Maikel Betancourt, tiene una Corporación Teatral (como se dice aquí) y me ofrece la posibilidad de realizar el montaje de una puesta en escena con ellos (Espacio Teatral), actores y actrices muy jóvenes todos y buena parte de ellos estudiantes de Arte Dramático en distintas Universidades; y lo más interesante para mi es que esto ocurre en una pequeña localidad llamada Sopó, a 45 minutos de la gran Bogotá; y digo interesante por aquello de que siempre he preferido los lugares remotos, discretos, casi invisibles para la gran mayoría de la humanidad que se empeña en creer que solo existe y es visible lo que los medios muestran y a veces terminan creyendo, en un falso imaginario, que la vida solo transcurre en las mega ciudades y suelen subestimar y excluir todo lo periférico, lo que no aparece en los “registros oficiales”. Pues Sopó es eso, un lugar extraviado en los mapas, como lo son un montón de sitios en el mundo.
Maikel, mi amigo desde hace mucho tiempo, vive y trabaja aquí hace más de un lustro y enamorado del lugar quiere siempre mostrarnos a otros cubanos como él, la otra Colombia, la profunda, la bella, diversa, dinámica, la que apuesta por un futuro de prosperidad y paz a como de lugar; la Colombia que quiere apostar desde, por y para sus ciudadanos.
Como toda convención , la del idioma tiene sus limitaciones, porque a veces las palabras son incapaces e insuficientes(a pesar de la riqueza de nuestra lengua española) para expresar toda la emoción que me provoca la belleza de este lugar, no solo por su naturaleza o la manera en que está construido, ni por su historia que es riquísima y ancestral, lo más conmovedor para mi ha sido conocer sus gentes, los que lo construyen, desarrollan y embellecen cada día a golpe de trabajo y amor incondicional a este pedacito de terruño colombiano.
Decía José Martí, el más noble de los cubanos:-“Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, y aunque para mi vivir ha sido constatar esta verdad, llegar a Sopó es la reafirmación, porque conocer este lugar y sobre todo sus gentes trabajadoras y amorosas, es la gloria.
Escuchar cada mañana:-¿Cómo le va su merced?; no es solo un desafío al tiempo, es un caer de rodillas ante la más poderosa humildad.
Gracias soposeños, colombianos todos, por el regalo de dignidad, grandeza y sabiduría a esta cubana que desde ya y para siempre hasta el fin de los tiempos, incluso después, los ama, admira y respeta.
Sopo, 15 de abril de 2015
3 Comments
Gracias Ilo no sabes todo lo que tocaste con tus palabras, siempre has sabido tocar puntos de mi que se mejor que nadie de mi, pero por miedos o inseguridades no desarrollo mi profe para siempre un beso te quiero grande tu guajira
En su descripción de este grano de maíz llamado Sopó, sembrado en tierra colombiana, se devela el poder creador del verbo capáz de reencarnar en nos el deleite de nuestra historia y de proyectar su fruto al mundo. Sopó es una obra de arte y siempre será una obra de teatro, una película,… El Guión está hecho!
Muchas veces necesitamos del comentario de las personas que nos visitan para valorar nuestra tierra, ojala todos los que nos visitan tengan la profesionalidad, el amor por transmitir sus conocimientos porque esto hace grande nuestro universo al cual le hemos inventado fronteras.