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febrero 7, 2014Acompáñanos a Desudar el Alma
febrero 14, 2014Siempre me consideré una persona común, con un estudio, una familia, amigos, sentimientos, emociones, y pasiones. Nunca había experimentado algo más allá de mi cotidianidad y simplemente creía que lo que vivía día a día era mi todo, hasta el día en que decidí asistir a una clase de teatro. Allí descubrí que había algo más dentro de mí que necesitaba salir y a partir de ese momento frecuenté estas clases, el tiempo me pedía cada vez más volver, era necesario seguir conociendo y experimentando capacidades de mi cuerpo y de mi mente que no conocía.
El tiempo pasó y a pesar de eso aun sentía la necesidad de seguir aprendiendo sobre teatro, las personas de mi alrededor comenzaban a preguntarse por qué tanto interés en esto, yo simplemente podía responder que lo hacía porque era algo que me gustaba y era un espacio donde me divertía; mis amigos y mi familia siempre se cuestionaron el hecho de que yo hiciera teatro aunque su falta de interés por este los alejaba del tema y creían que simplemente era algo de momento, yo también lo creía.
Mis clases continuaron e hicieron tanto efecto dentro de mí que ya no pensaba en nada más que el teatro, porque había aprendido a conocerme a mí mismo, mis capacidades, mis límites, mis temores. Ya no me interesaba otro lugar para divertirme, para calmarme, para ser yo mismo y aprender a ser alguien más. Recuerdo la primera vez que salí a escena, mis piernas temblaban, sudaba y sentía la necesidad de escapar, de esconderme, pero mi pasión y mis ganas de actuar eran más grandes y me permitían salir frente a muchas personas que fijaban sus miradas en mí, entre ellos mis amigos y familia.
La etapa de colegio terminó, y era momento de decidir que hacer con mi vida, que rumbo tomar, hacia donde dirigir mi futuro; lo único que conocía y quería hacer seguía siendo el teatro, aún con las ganas de conocer más y más, nunca era suficiente y a pesar de la duda inyectada por mi familia y amigos decidí arriesgarme y enfrentarme a ello, al principio me criticaban esta decisión y sus palabras siempre fueron de desacuerdo,eso no da plata, ¿Por qué no otra carrera? “piense en su futuro” Y cosas por el estilo, era lo único que sabían decir pero la decisión estaba tomada y no había paso atrás.
Hoy en día estudio arte dramático, lo estoy haciendo y me siento feliz de ello, mi familia lo ha aprendido a aceptar y ahora creen en mí, en mi trabajo, me apoyan y yo siento que este es un paso muy grande e importante para mi vida y ya no hay nada ni nadie que me haga cambiar de idea, es mi todo, es lo que quiero, lo que me gusta y lo hago con todo el amor que puedo dedicar, no hay nada más placentero que poder hacer algo que te gusta, es difícil, no hay cosa fácil, pero es tan fuerte que hasta este momento me ha permitido superar todos los inconvenientes, aún siento la necesidad de aprender más, el cansancio llega pero mi pasión es más fuerte, la duda llega, pero mi amor es más fuerte, no hay nada más emocionante para mí que estar en escena y aunque todavía mis piernas tiemblan esa sensación no la cambio por nada y ahora solo quiero vivir así, haciendo arte, creo que no tengo una respuesta clara de ¿Por qué teatro? No lo puedo explicar, pero trato de demostrarlo con mi trabajo y dedicación, solo sé que me encanta y me llena, no puedo parar.
Aún me queda mucho camino por recorrer, cosas por aprender y conocer, esa es mi motivación más fuerte, no quiero parar y si estoy seguro de algo en mi vida es que jamás dejare el teatro porque me hace feliz.
Por David Rodríguez
1 Comment
Definitivamente hay que vivir el teatro para contar sobre éste!!! Interesante reflexión David y espacio teatral.